OKUPAS (21 AÑOS DESPUES): TAN ACTUAL Y REAL COMO LA PRIMERA VEZ…

Es necesario situarse en tiempo y espacio para comprender por qué Okupas (2000) marcó un antes y un después en la Televisión Argentina.

Estamos en el año 2000, y en el aire está la debacle económica que arrasó y produjo la industrialización del país, dejando miseria por doquier. Una convertibilidad insostenible traía productos importados y de baja calidad mientras las esperanzas de futuro para los adolescentes eran nulas.

En ese contexto marginal, Marcelo Tinelli a cargo de Ideas del Sur, su productora de entonces, se posicionaba como uno de los nuevos ricos de Argentina, con un poder inusual para un país empobrecido. Sin la experiencia en productos televisivos se junta con Bruno Stagnaro, hijo de Juan Bautista, el legendario realizador de la industria cinematográfica, y crean la mejor ficción que se haya hecho en el país.

Okupas fue una serie marginal, producida con la pasión del cine pero con el presupuesto de una televisión filmada a dos cámaras en un estudio y en un solo decorado. Cine de guerrilla en estado puro. No es casual que aquello que representaba la miniserie de 11 capítulos era la misma precariedad que sufría la producción.

La serie mostraba una realidad cambiante, diferente a la que se conocía hasta entonces en la representación televisiva (en cine se había estrenado Pizza, birra, faso poco tiempo antes). Es la realidad “paralela” con la que choca Ricardo (Rodrigo De La Serna), un chico de clase media que reúne a tres amigos casuales, El Pollo (Diego Alonso Gómez), Walter (Ariel Staltari) y El Chiqui (Franco Tirri). La mirada descolocada de Ricardo marca el punto de vista de la serie y del espectador: alguien sorprendido por la tensión social cotidiana que traían las drogas y la delincuencia.

Pero Okupas también tiene un punto esperanzador, y es su espíritu de supervivencia. La fuerza pasional que hizo que el proyecto se lleve a cabo, es el mismo que hacía que Ricardo y sus amigos salgan adelante pese a todo. Anteponiendo los valores de lealtad y la amistad -sobre todo la amistad- para sobrevivir en un mundo sumamente hostil. La unión y fortaleza frente a la adversidad.

La televisión argentina venia de “mostrar” realidades edulcoradas (Gasoleros, Campeones de la vida, etc. ) y el público estaba expectante de algo que rompiera con lo cotidiano y entonces llegó Okupas para darle una piña de realidad al prototipo de hacer televisión en el país.

Con un villano como nunca se había visto en televisión (“el negro Pablo” personificado por Dante Mastropiero) y diálogos tan reales como crudos este producto logró lo que ningún otro pudo con semejante fuerza, quedar en la memoria y el corazón de la gente como “la gran serie de culto”.

Hoy las series son furor, la posibilidad de seguir a un grupo de personajes a lo largo de los capítulos en diversas aventuras es habitual. Pero quizás pocas producciones tengan la urgencia y necesidad de hacerse de Okupas, sorteando todo tipo de obstáculos como sus estrafalarios personajes. Representando una época y un sentir que marcó a una generación y dio razones de ser a las siguientes. Okupas es una gran serie desde su concepción, sus ideas, sus interpretaciones y su propuesta. Es la serie que define a miles de productos que vinieron después. Por eso es única, y tal vez, jamás pueda haber otra igual.



Autor:Marcelo Escobar (@madaniesco)

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